Según
el psiquiatra Alberto Alberti, el amor que no se expresa se convierte en odio,
la alegría que no proporciona gozo se convierte en depresión. Sí -coincide y
concluye Piero Ferrucci-: estamos hechos para la bondad.
La
bondad es el estado natural del ser humano en el que la vida puede fluir
felizmente y desarrollar su máximo potencial.
Según
Sharon Salzberg, en su libro "Loving Kindness", Buda enumera los beneficios de
la bondad de la siguiente manera:
La persona
bondadosa:
1. Dormirá con
facilidad.
2. Se despertará con
facilidad.
3. Tendrá sueños
agradables.
4. La gente la
querrá.
5. Los "devas"
(ángeles o seres celestiales) y los animales le
amarán.
6. Los "devas" la
protegerán.
7. Los peligros
externos no la lastimarán (no en la misma medida que desde una actitud de odio o
resentimiento).
8. Lucirá un rostro
radiante.
9. Su mente será
serena.
10. No morirá en un
estado de confusión.
11. Renacerá en un
ámbito feliz.
Siendo ya anciano, el
gran autor inglés Aldous Huxley, pionero en la investigación de las técnicas
destinadas a desarrollar los potenciales humanos, respondió así a una pregunta
que escuchaba reiteradamente, sobre cuál es el sistema más eficaz para
transformar nuestra vida:
"No deja de ser
desconcertante que después de tantos años de investigación y experimentación
deba decir que la respuesta más acertada es: simplemente, procura ser un poco
más bondadoso".
Piero Ferrucci está
convencido de que, como seres humanos, sólo tendremos futuro si pensamos con el
corazón.
En "El poder de la
bondad", nos hace una lista de una serie de cualidades (18) que nos inducen a
ello y nos permiten vivir una vida más sana y feliz.
1. La
honestidad.
Ser transparentes es
un alivio, el no tener que fingir simplifica nuestra vida. Debes dejar que los
otros te conozcan sin mentiras ni dobleces. Tan pronto como te vuelvas realmente
transparente, empezarás a sentirte mejor. Pero la honestidad es una conquista.
Debemos aprender paulatinamente, lo cual hace que seamos más fuertes y
maduros.
Escribir sobre
nosotros mismos es una buena forma de conectar con nuestras emociones, una
autorrevelación.
2. El calor
humano.
El efecto del calor y
la bondad son duraderos. Piensa cómo un encuentro con una persona cálida y
amable hace que te sientas mejor. Cuando acariciamos a un gato que ronronea de
gozo, ¿quién da y quién recibe calor? O cuando disfrutamos de la compañía de
alguien, ¿quién da y quién recibe ternura? Si damos calor, no terminamos
sintiendo frío; el beneficio es simétrico.
El calor no sólo
confirma lo que eres, sino lo que puedes llegar a
ser.
3. El
perdón.
El perdón significa
que no deseas seguir albergando ira debido a una vieja ofensa y, por ende,
amargándote la vida. A veces el perdón es el único remedio para aliviar un
intenso sufrimiento. Una persona incapaz de perdonar es comparable a una ciudad
con el tráfico congestionado: calles bloqueadas, coches atascados con el motor
en marcha, que no pueden circular, exhalando humos que contaminan el ambiente.
Ese es el estado del resentimiento: la energía vital bloqueada, entorpeciendo el
pensamiento, envenenando la vida.
4. El
contacto.
El aislamiento social
se considera un peligro tan grave para la salud como el fumar. Está ligado a una
mayor incidencia de enfermedades cardiacas, trastornos del sueño, depresión,
dolor de espalda, deterioro de la memoria, etc. Es la tragedia de una persona
incapaz de abrirse a las demás, que se siente como si proviniera de otro mundo,
que pide lo imposible, que se distancia de todos. Desarrollar el contacto humano
(emocional o físico) nos ayuda a sentir en conexión y derrite las armaduras más
difíciles.
5. Sentirse
integrado.
Formar parte de un
grupo o una comunidad te reporta numerosos beneficios. Hace que te sientas
reconocido, te permite interactuar con las demás personas y elimina el terrible
espectro de la soledad. Pero es importante evitar que la pertenencia a un grupo
te separe más de "los otros". La clave reside en la bondad de la
mirada.
6. La
confianza.
Confiar es apostar.
Cada vez que confiamos en alguien, nos la jugamos. Pero la alternativa es peor,
porque si no nos arriesgamos no conseguimos nada. La confianza tiene la
propiedad de relajar las inhibiciones y resolver viejos traumas. Las dudas, los
temores y los recelos que arrastramos no sólo nos impiden progresar sino que
erosionan nuestra energía. La confianza nos aproxima a los demás. Sin embargo,
espera sólo lo que las personas quieran ofrecer libremente; vigila tus
exigencia. Las personas que esperan demasiado (sin consultar a las demás) son
las que luego van quejándose de que "el mundo no es de fiar" y "la gente les
falla".
7. Prestar
atención.
Lo único que
realmente cuenta es el momento presente. Deshazte de miedos y preocupaciones y
sumérgete en el momento que te toca vivir, disfrutarás mejor lo que te ocurre y
evitarás desaprovechar oportunidades que pasan por tu lado continuamente. Lo
único que diferencia a las personas "afortunadas", que sienten que su vida está
llena de casualidades a su favor, de las demás, es que éstas están más relajadas
y tienden a ver no sólo lo que buscan sino también lo que no buscan, abiertas a
lo novedoso e inesperado, y capaces de reconocer sus
oportunidades.
8. La
empatía.
Se trata de la
expansión de la conciencia. Si te muestras insensible a las emociones de los
demás cada relación se convierte en una farsa imposible. La empatía es el mejor
medio de construir y mejorar una relación. Pero ésta no es una cualidad fácil,
alegre y desenfadada. Para que sea plena y auténtica, debes mantener una
relación saludable también con tu sufrimiento y el de los
demás.
9. La
humildad.
Recuerda: no eres la
única persona que cuenta. En ocasiones la humildad es dura, incluso dolorosa.
Pero en todo caso, siempre es beneficiosa. Con frecuencia nos volvemos más
humildes después de un fracaso; comprendemos que somos falibles y vulnerables. Y
ese descubrimiento nos acerca a las demás personas. Porque en nuestras
imperfecciones, nos reconocemos en las imperfecciones de los demás, y eso hace
nuestros juicios más suaves y nuestra aceptación más
plena.
10. La
paciencia.
La virtud de la
paciencia se demuestra en primer lugar al tratar con personas difíciles, las que
se niegan a escuchar la voz de la razón, las que pierden los estribos a la
primera de cambio, las que se niegan a ceder. Nuestra reacción al enfrentarnos a
ellas suele ser de irritación, o bien expresamos nuestro enojo o sufrimos en
silencio. Pero también cabe la posibilidad de practicar el arte de la paciencia
y ayudar a esas personas a que se sientan mejor consigo
mismas.
La paciencia no es
tan enojosa y aburrida como creemos, es una percepción distinta del
tiempo.
11. La
generosidad.
Ser generoso es
arriesgado. La generosidad significa derrotar viejos temores (a la pérdida), y
significa también redefinir nuestros límites. Entonces se produce en nosotros
una profunda transformación. Para la persona generosa los límites son
permeables. Lo que es tuyo -tu sufrimiento, tus problemas- también es mío: esto
es compasión. Lo que es mío -mis bienes, mi cuerpo, mis conocimientos y
facultades, mi tiempo y mis recursos, mi energía- también es tuyo: esto es
generosidad.
12. El
respeto.
La forma en que
miramos a los demás nunca es neutral, puesto que transformamos lo que vemos. El
respeto consiste en molestarte en conocer a fondo a la persona que tratas,
reconocerla como una persona real y única. No tratarla como algo invisible o un
estereotipo, sino como merecedora de interés y apreciación. Tratar con ella no
sólo porque responde a una demanda y la necesitas, sino por ser quien es. No
dejarla atrapada en la falsa idea que tienes de ella, sino aceptarla por lo que
es y, sobre todo, por lo que puede llegar a ser. El respeto consiste en ver
realmente a la otra persona como alguien que existe.
Con frecuencia los
juicios de valor van acompañados del deseo de controlar, algo muy alejado del
respeto.
13. La
flexibilidad.
La flexibilidad es
una forma de sabiduría práctica, una inteligencia que vive en el presente, que
intuye el cambio y posee la maleabilidad necesaria para adaptarse a las nuevas
circunstancias. Un tipo de sabiduría que nos ayuda a comprender que no podemos
controlar cada elemento de nuestra existencia. La flexibilidad no es sólo una
estrategia útil sino una cualidad espiritual. Significa librarnos de las
ataduras, prestar atención al presente, aceptar las cosas como son. Si somos
capaces de renunciar incluso a las creencias a las que estamos más apegados,
podremos abrirnos a otras nuevas, a la paradoja y el absurdo. Esto es
creatividad. Una actitud que se convierte en una forma de vida e incluso en un
camino espiritual.
14. La
memoria.
En nuestra mente
narcisista, las otras personas sólo existen cuando las vemos, las tocamos, las
escuchamos o cuando pensamos en ellas. Recordar es vivir. Olvidar es morir. Las
personas que pertenecen a nuestra historia forman parte de nosotros, y
necesitamos su presencia y apoyo para sentirnos fuertes e íntegros. Incluidas
aquellas que ya no nos son útiles.
No comprenderemos las
relaciones que mantenemos con los demás si no entendemos profundamente hasta qué
punto nuestras vidas están entretejidas con el pasado, el presente y el futuro,
hasta qué punto forman parte unas de otras, y hasta qué punto cada uno de
nosotros es todos los demás.
15. La
lealtad.
La capacidad de durar
a pesar de los momentos difíciles y problemáticos es un ingrediente esencial de
la bondad, se llama lealtad. A las personas que no son leales les aterroriza
analizar sus sentimientos, pues temen lo que puedan hallar. Temen sostener unas
ideas propias, pues eso equivale a arriesgarse demasiado. Su autoestima es baja,
por lo que tienen que sobrevivir como mendigos, pidiendo apoyo aquí y allá. Al
carecer de seguridad y carácter, les cuesta más ser leales. Lealtad significa
"estar con"; respetar lo que cuenta por encima de todo y seguir haciéndolo a
pesar de los obstáculos.
16. La
gratitud.
La gratitud es ante
todo una actitud mental. Se basa en reconocer el valor de lo que la vida nos
ofrece, y el hecho de comprenderlo libera nuestras emociones. Si reconoces el
valor de lo que posees te sentirás rico y afortunado; si no, te sentirás pobre y
desgraciado.
La auténtica gratitud
nace cuando están presentes la solidaridad y la conciencia del mal; de lo
contrario sólo se trata de un optimismo falso y superficial.
Con gratitud la vida
resulta más fácil, dejamos de gemir y de quejarnos, no tenemos que emprender
batallas sangrientas ni de alcanzar victorias imposibles. Comprobamos que la
felicidad ya está aquí. Que ya existe, delante de nuestros
ojos.
17. El
servicio.
Cuando alguien tiene
un gesto amable con nosotros solemos recordarlo durante mucho tiempo, quizás
siempre. Puedes prestar pequeños servicios en detalles cotidianos como sostener
la puerta para dejar que pase alguien, demostrar tu aprecio, ofrecer tu asiento
en el autobús. Intenta hacer de tu trabajo, de tu rutina, un servicio amable
siempre que puedas. El servicio no es sólo lo que uno hace sino lo que uno es.
En ocasiones una persona, con su mera presencia, hace que nos sintamos mejor,
más en contacto con nosotros mismos y más contentos. Un gran
servicio.
Otra forma de
servicio es cualquier forma de voluntariado o ayuda gratuita a otras
personas.
18. La
alegría.
Es nuestro estado
natural, estamos programados para ser alegres. La alegría constituye la base de
la bondad porque la auténtica bondad sólo puede ofrecerse con alegría. Y el
sentido del humor es un gran ingrediente. El perfeccionismo o el sentido de
culpa obstaculizan la alegría, pero el simple hecho de detectarlos nos acerca un
poco más a esa puerta. También ayuda preguntarnos qué nos hace felices y
regalarnos esas situaciones siempre que podamos. Con la práctica, cualquier cosa
que lleguemos a hacer, incluso aquéllas que requieran esfuerzo y sacrificio,
pueden llegar a ser realizadas con alegría.
Cualquier acto de
bondad, con alegría, será más auténtica y mejor recibida por ambas
partes.
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