Dato demoledor difundido por la ONU
Las consecuencias relacionadas con el consumo de
agua no potable provocan cada año más víctimas mortales en todo el mundo que
cualquier tipo de violencia, incluida la guerra. Ése es el dato
demoledor difundido por la ONU con motivo de la celebración del Día Mundial del
Agua 22 de marzo, una jornada instaurada en 1993.
Este año, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP),
quiere destacar la importancia del acceso a un agua de calidad,
focalizando sus esfuerzos en concienciar a ciudadanos, pero sobre todo a
gobiernos y centros de poder para que se comprometan activamente en la defensa
del agua de calidad mediante la lucha contra la contaminación, el reciclaje de
aguas y la recuperación de recursos hídricos.
"El mundo cuenta con el conocimiento teórico para
superar estos desafíos y convertirnos en mejores gestores de nuestros recursos
hídricos. El agua es cardinal para todos nuestros objetivos de desarrollo",
afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, en su mensaje oficial con
motivo del Día del Agua.
En total, se estima que en todo el mundo sigue
habiendo 884 millones de personas sin acceso al agua potable,
según la ONU, un bien fundamental que repercute en la sanidad, la seguridad y la
calidad de vida, especialmente de menores y mujeres. Por ejemplo, las
enfermedades que se propagan por el agua causan cada año la muerte a más de 1,5
millones de niños o, lo que es lo mismo, cada 15 segundos muere un niño por una
enfermedad causada por la falta de acceso a agua segura para beber, el
saneamiento deficiente o la falta de higiene.
Los problemas del agua entienden también de
geografía y, una vez más, es el África subsahariana la región en la que sus
habitantes sufren las peores consecuencias. Además, el acceso al agua aparece
claramente vinculado a la riqueza, ya que el 20 por ciento más rico de la
población subsahariana tiene el doble de posibilidades de acceder a agua potable
que el 20 por ciento más pobre y cinco veces más opciones de contar con
condiciones de salubridad aceptables.
Falta de saneamiento
Cada año, la contaminación del agua priva a la
Humanidad de recursos alimentarios, tanto de pesca como agrícolas, y facilita la
difusión de enfermedades. Además, perjudica gravemente a ecosistemas clave, y
agrava las condiciones de sociedades y economías de todo el planeta, una
circunstancia catalizada por el incremento de la población mundial y los efectos
del cambio climático.
Durante los últimos 50 años, la actividad humana
ha provocado la contaminación sin precedentes de los recursos
hídricos. Se estima que más de 2.500 millones de personas en el mundo viven sin
un sistema adecuado de saneamiento. Cada día, 2 millones de toneladas de aguas
residuales y otros efluentes son vertidos sin control alguno. El problema es más
grave en los países en desarrollo, en los que más del 90% de los desechos sin
procesar y el 70% de los desechos industriales sin tratar se vierten en aguas
superficiales.
Muchos de los contaminantes del agua tienen
efectos perjudiciales a largo plazo sobre la calidad del agua,
lo cual constituye un riesgo para la salud de las personas. En consecuencia, el
agua dulce disponible se reduce de forma importante. Asimismo, la capacidad de
los ecosistemas para proporcionar servicios se ve disminuida drásticamente, a
veces con efectos irreversibles. En consecuencia, el medio ambiente se degrada
por la disminución de la productividad de la biomasa, la pérdida de la
diversidad biológica y la vulnerabilidad ante otros factores.
Las repercusiones del cambio climático, como las
inundaciones y sequías frecuentes o prolongadas, y el crecimiento del número de
fuentes de contaminación vienen a añadirse a los retos confrontados por la
calidad del agua. El crecimiento demográfico y los cambios en las pautas de
producción y consumo han conllevado el incremento de los procesos industriales,
la minería, la agricultura y la urbanización, lo cual ha provocado el vertido de
metales pesados, elementos radiactivos, toxinas orgánicas y productos
farmacéuticos desechados.
Por ejemplo, las sequías prolongadas,
especialmente en ecosistemas frágiles como las regiones áridas y semiáridas,
disminuyen la capacidad de los ecosistemas para diluir el agua contaminada y
mantener el equilibrio de las funciones naturales. En las zonas costeras,
ecosistemas como los manglares, los lechos de algas, y los arrecifes de coral
están desapareciendo a una velocidad alarmante a causa de la contaminación del
agua.
Los ecosistemas afectados no pueden hacer frente
al estrés adicional generado por el cambio climático. En consecuencia, su
capacidad para servir de criaderos y viveros, protectores contra tormentas y
sumideros azules de carbono resulta aún más disminuida.
En algunas regiones, más del 50% de las especies
ictiológicas de agua dulce nativas se encuentran en peligro de extinción, y está
previsto que las repercusiones del cambio climático compliquen aún más la
situación.
Urbanización sin control
Por otra parte, Ecologistas en Acción quiere
llamar la atención sobre el estado de abandono en el que se
encuentran los cauces y riberas, en los que las diferentes administraciones,
denuncian, siguen permitiendo que se construya y se lleven a cabo todo tipo de
vertidos y demás deterioros ambientales.
El grupo estima que existen en España más de
40.000 construcciones situadas dentro del dominio publico hidráulico y
zonas de alto riesgo de inundación, siendo en su mayor parte
viviendas, aunque también hay otro tipo de construcciones e instalaciones, como
son polideportivos, campings, parques públicos o colegios. Una parte de estas
construcciones se encuentran situadas en zonas de muy alto riego para las
personas, en el caso de que se produzca una avenida.
La responsabilidad de esta situación reside
mayormente en las diferentes administraciones implicadas pues, aunque la
legislación al respecto es bastante clara (artículo 28 del Plan hidrológico
Nacional), ya que exige a las administraciones la eliminación de estas
construcciones, lo cierto es que las mismas hacen caso omiso a lo establecido en
la normativa, al considerar políticamente "incómodo" la eliminación de esas
construcciones. Las administraciones implicadas, y por tanto con competencias en
el tema, son las Confederaciones Hidrográficas, dependientes del Ministerio de
Medio Ambiente, así como los gobiernos autonómicos y municipales, al depender de
los mismos la actividad urbanística.
Por todo ello, Ecologistas en Acción considera
que el riesgo de que se produzcan sucesos como el del camping de Biescas, 87
muertos en 1996, o el de Cerro de Reyes en Badajoz, 21 muertos en 1997, se
incrementa día tras día. En este sentido, la organización ecologista hace
responsables a las administraciones con competencias en el tema de que sucesos
de estas características puedan volver a suceder, dado que podrían evitarse,
pues si bien es cierto que a medio plazo no se puede saber cuándo, dónde y
cuánto va a llover, siempre se sabe por donde va a correr el
agua.
Asimismo, Ecologistas en Acción quiere llamar la
atención sobre la falta de eficacia frente a avenidas de los encauzamientos de
hormigón pues, aparte de suponer la destrucción del río, concentran los
caudales, incrementando la velocidad del agua, a la vez que generan una
sensación de falsa seguridad, favoreciendo la construcción en su entorno
inmediato. Sin embargo, cuando el agua supera la capacidad del encauzamiento,
ésta se desplaza sin ningún tipo de control (tanto en el camping de Biescas,
como en el barrio de Cerro de Reyes, en Badajoz, los cursos de agua se
encontraban encauzados).
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