El éxito tiene mil caminos diferentes, pero una misma salida: elegir
la rutina de trabajo que más nos beneficie y seguirla a pies juntillas.
Esta parece que fue la decisión que tomaron genios de la talla de
Beethoven, Sigmund Freud, Charles Darwin, Victor Hugo o Charles
Dickens. Todos ellos comparten una serie de hábitos que podemos adaptar
nuestro día a día para que nuestra vida sea mucho más rica y
productiva.
1.- Trabaja a las horas a las que más rindas
“A quien madruga, Dios le ayuda”. El refrán que más han escuchado los más
dormilones resulta que es una falacia. O al menos, en parte. Hay
personas a las que les conviene mucho más trabajar por las mañanas y otros, a
última hora de la tarde. Así lo asegura un estudio realizado en 2011
por los psicólogos Mareike B. Wietha & Rose T. Zacks del Albion Collecge de
Michigan (Estados Unidos). En él, los expertos analizaron la capacidad
de resolución de problemas de un grupo de sujetos en función de la hora del día.
Y los resultados no arrojaban dudas: estaba bastante claro que había personas
que funcionaban mucho mejor a primera hora, y otros que trabajan de
forma más efectiva a última hora de la tarde.
Tan solo hace falta saber a qué hora se nos da mejor las tareas e intentar
organizar nuestra agenda en base a ello. Si no podemos hacerlo, porque por
ejemplo trabajamos en una oficina de 9 a 18, podemos organizar las
tareas para empezar con algo más complicado a primera hora -si somos ‘personas
de mañana’- y dejar lo fácil para por la tarde. Si nos cuesta
despertar, mejor hacer lo contrario.
Beethoven adoraba componer a primera hora de la mañana y
tener las tarde despejadas. Flaubert, sin embargo, escribió Madame
Bovary sobre todo de noche. El escritor francés se dedicaba a bañarse
y a leer por las mañanas. Así que elige tu camino, joven
padawan.
2.- Haz listas
Cualquier trabajo puede ser reducido a una larga lista de tareas. Si
las tenemos claras desde primera hora, podremos rendir mejor y el día no se nos
hará bola. Sobre todo si trabajamos en grupo, ya que la mayoría de las
distracciones provendrán de las necesidades que los demás nos intentarán cargar:
si tenemos un papel en el que sabremos qué tenemos que hacer exactamente,
podremos priorizar y evitar interferencias.
Ojo, las listas no tienen por qué ser de tareas diarias. También nos
puede ayudar tener una de objetivos a medio y largo
plazo.
3.- Descansa
No eres una máquina. Cada dos horas, intenta parar 15 minutos y
hablar con un compañero, tomar un vaso de agua -cuidado con el café- o dar un
paseo. No lo digo yo, lo dice Freud: el genio vienés solía descansar
una media hora entre sus agotadoras sesiones de psicoterapia. También solía
parar una hora y media entre su turno de mañana (que empezaba a las 7 de la
mañana) y su turno de tarde, en el que trabajaba hasta las 9 de la
noche.
4.- Pasea
Mejor que un descanso, un paseo. Una caminata de 20
minutos hará que la sangre fluya mejor por tu cuerpo y disparará tu
creatividad. Un estudio de 2009 descubrió esta realidad: los
adolescente que caminaron durante 20 minutos antes de un examen de lectura
sacaron mejores notas que los que no lo hicieron.
5.- Duerme bien (y sobre todo por la noche)
Ya seas una persona de mañana o una de tarde, intenta dormir bien por la
noche. El descanso adecuado hará que rindas mucho mejor. La
falta de sueño no solo te hará más perezoso: este hecho también está relacionado
multitud de problemas de salud, entre ellos el sobrepeso o el aumento de
probabilidades de sufrir infartos.
6.- Aprende a decir ‘No’
¿Te imaginas a Barack Obama diciendo que sí a cualquier petición que le
hicieran? ¿O a Picasso haciendo caso a los que criticaban su estilo?
Todos las personas de éxito aprendieron en su momento a decir que ‘no’.
Con esta sencilla acción evitaremos que los demás nos impongan sus deseos y
necesidades, y nos podremos centrar en lo que nosotros
queremos.
Creetelo
Una profecía autocumplida es una predicción que, una vez hecha, es en sí
misma la causa de que se haga realidad. Además, es una de las expresiones
favoritas de los psicólogos: si nos creemos que podemos llegar a hacerlo,
podremos realizarlo. Pero ojo, este concepto también puede volverse en nuestra
contra: si creemos que fracasaremos, terminaremos haciéndolo.
Además, la confianza es contagiosa y es una de las características
claves de los líderes. Si crees que lo vas a poder hacer, los demás no
tendrán dudas y confiarán en ti y en sí mismos. Y si no que se lo digan a
John F. Kennedy y a su equipo de estrategas: cuando la III
Guerra Mundial estuvo a punto de estallar por la crisis de los misiles cubanos,
la confianza, el autocontrol y el liderazgo del presidente fueron decisivos para
que nadie de su equipo perdiera los nervios y lanzara una ofensiva que podía
haber acabado en el Apocalipsis. ¿Era JFK un superhombre? No,
por dentro estaba carcomido por las dudas y por el miedo, pero se convenció a sí
mismo de que esa crisis no iba a ser el principio de la guerra. Y ese fue el
principio de uno de los episodios más recordados de la diplomacia
mundial.
Publicado originalmente en: Yahoo FInanzas España
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